Carta abierta a los líderes europeos

Estimados lideres europeos,

Todos ustedes saben que la UE se está degradando, y va camino de autodestruirse, a medida que se hace más claro que, si seguimos el camino actual, la supervivencia económica de unos países depende del suicidio económico de otros. La tremenda deuda neta exterior de la periferia, unida a la gran exposición financiera del centro de Europa a esa deuda, ha creado la tormenta perfecta en los mercados financieros: unos no pueden pagar, y otros no se pueden permitir que no les paguen. En esta carta propongo una solución para resolver este nudo gordiano, teniendo en cuenta los intereses de todos las sociedades de la UE.

Antes que nada, haremos una breve descripción de las políticas que se han aplicado hasta el momento, y porque no están teniendo éxito ni deberíamos insistir en ellas. También analizaremos otras propuestas alternativas, que hasta ahora no se han utilizado, pero que tampoco serían exitosas:

1.- Aumentar el objetivo de inflación del BCE del 2% al 4%: Posiblemente esto ayudaría los sobreendeudados países periféricos a evitar la deflación de salarios y precios, ayudándoles a devolver la enorme deuda exterior ya contraída. Sin embargo, si se mantiene a largo plazo una política monetaria de este estilo (inflación alta y tipos altos acordes con la inflación, para evitar que esta se desboque), los tipos de interés altos ahogarían la industria pesada. La industria pesada necesita estabilidad de precios y crédito barato para subsistir, de otra manera los altos costes financieros hacen inviables las inversiones. Si tenemos en cuenta que el equilibrio comercial de la zona euro depende de la industria pesada del centro de Europa, y que si el objetivo de inflación aumenta a largo plazo esa industria pesada no podría subsistir, concluimos que la zona euro acabaría convirtiéndose en una zona monetaria como el área dólar, con un permanente déficit por cuenta corriente generador de inestabilidad económica, insostenible en el largo plazo. Ningún estado del bienestar avanzado puede sobrevivir en un entorno de inestabilidad económica, ya que necesita ingresos recurrentes estables. Por lo tanto si queremos mantener nuestro estado del bienestar a largo plazo, no podemos seguir esta vía.

2.- Implementar planes de rescate una y otra vez: Los planes de rescate basados en crédito no solucionan el problema a largo plazo, sino que lo aumentan al hacer más y más grande la deuda exterior de los países que reciben dichos rescates. Por otro lado, es imposible de explicar a los ciudadanos de los países ricos, que también sufren la crisis, aunque de una manera menos cruda, que tienen que pagar para resolver los problemas de otros sin pedir algo a cambio. Finalmente, teniendo en cuenta que vivimos en un mundo tremendamente nacionalista, es imposible que los ciudadanos de la periferia de Europa acepten dar a cambio su soberanía, que es lo único de valor que les queda. Este camino está llevando a la UE a repetir una y otra vez los mismos debates, que nunca terminan a gusto de nadie, y que cada vez es más difícil resolver sin llegar a una ruptura total. Antes o después este camino nos llevará a reestructuraciones de deuda (eufemismo utilizado para describir una suspensión de pagos), negociadas o no, y a recriminaciones políticas entre líderes de diferentes países que traspasarán las líneas rojas de la amistad. Este camino destruirá la unión monetaria irremediablemente.

3.- Crear Eurobonos: Estos bonos servirían para financiar solidariamente a los países periféricos con la garantía de toda la UE: esta opción nos daría tiempo para maniobrar, pero el problema de fondo persistiría, la baja competitividad de los países periféricos en relación a la alta competitividad del centro de Europa produce déficits comerciales perpetuos en la periferia, y la gran deuda neta exterior agrava el problema. El resultado es que la periferia es pobre en trabajo y capacidad exportadora, y ello nos lleva a precariedad laboral y desempleo extraordinariamente elevados. Además, el déficit comercial permanente terminaría convertido en una bolsa de deuda exterior todavía más grande, cuyos intereses no se podrían pagar ni siquiera a tipos de interés bajos. El presupuesto de la UE apenas es el 1% del Producto Interior Bruto de la Unión, y los países deudores seguirían careciendo de recursos provenientes de la exportación. Es decir, ni la UE ni los países periféricos serían capaces de tener recursos para pagar algún día dichos eurobonos, y por lo tanto acabaríamos igual que empezamos, es decir, los eurobonos serían deuda basura. Una vez más, el Nacionalismo imperante en Europa impediría aumentar el presupuesto de la UE para pagar los intereses de dicha deuda, ya que sería una manera de que los países centrales pagaran la factura y sus ciudadanos no están por la labor. Cuando se amplió la UE a 27 miembros ya quedó claro que los países que son contribuyentes netos no están dispuestos a aumentar su contribución. Por otro lado, para crear los eurobonos la UE se enfrenta a un problema legal, puesto que en ninguno de los tratados firmados se le da a las instituciones europeas el poder de emitir sus propios bonos.

Ya hemos explicado porque ninguna de las opciones que hay encima de la mesa resuelve el problema, ahora presentaremos una propuesta que consiste en una serie de medidas que, combinadas, resolverían la grave crisis en el corto plazo, y dotarían a la UE de las herramientas necesarias para evitar que la situación actual se vuelva a repetir en el futuro.

La primera medida a tomar sería devaluar el euro. Sin embargo, Alemania y Holanda (al menos) deberían salir de la zona euro antes de dicha devaluación, de lo contrario no funcionaría dados sus superabits comerciales, el enorme diferencial de competitividad de los distintos países de la zona euro obliga a reestructurar los tipos de cambio iniciales establecidos en el 2001. Después de un breve periodo de libre flotación del florín y el marco respecto del euro, en el cual se llevaría a cabo la devaluación propuesta, podrían volver a entrar en la eurozona pero con un tipo de cambio diferente (por ejemplo, 1,5 marcos por euro, en lugar de 1,93). Este periodo podría ser tan corto como la técnica permita, quizá con un día sería suficiente. Solo los salarios y los depósitos actualizarían el tipo de cambio, el resto de activos financieros permanecerían en euros. Obviamente, los bancos alemanes deberían ser compensados por este cambio (su activo se devalúa pero gran parte de su pasivo no), pero también hay que tener en cuenta que la devaluación haría que la deuda del gobierno alemán se redujera, y por lo tanto es de suponer que tendría dinero suficiente para financiar dicha compensación.

Hay que tener en cuenta que la economía alemana sufriría menos con el aumento de salarios propuesto, de lo que sufriría si la periferia quebrara o si el objetivo de inflación se incrementara. La industria pesada es más intensiva en necesidades de capital que de mano de obra, y por lo tanto sufre menos si el precio de la mano de obra aumenta que si el precio del dinero aumenta. Una inflación más alta obligaría al BCE a aumentar los tipos de interés, aumentando enormemente los costes financieros que la industria alemana debería pagar. Por otro lado, esta medida sería bien recibida por los ciudadanos alemanes, ya que serían más ricos de lo que lo eran antes: sus salarios y ahorros aumentarían. Esta situación es mucho más aceptable que ver como Alemania contribuye una y otra vez a rescatar países en apuros. Finalmente, la subida salarial dinamizaría la demanda interna en Alemania, haciendo que su economía estuviera más equilibrada y fuera menos dependiente de las exportaciones. En definitiva, el ciudadano alemán se vería recompensado con un nivel de vida más alto, por sus ahorros, por su competitividad, y por el trabajo duro realizado.

Cuando hablamos de la salida del euro de los exportadores centroeuropeos con vistas a hacer una devaluación efectiva, una pregunta surge automáticamente: ¿Por qué querrían volver a entrar en la unión monetaria? La respuesta es sencilla, esa es la única manera que tendrían de evitar los problemas que Japón ha tenido durante décadas. El centro de Europa necesita un mercado fuerte disponible para sus productos, con libre mercado, y con una divisa que ellos controlen parcialmente gracias a las diversas directivas europeas y a las instituciones económicas de la UE. Sin todo esto, el marco y el florín serían divisas muy fuertes y ello obligaría a las potencias centroeuropeas a usar el dinero de las exportaciones para comprar euros y dólares, con el fin de que sus divisas internas no se disparasen.

La devaluación del euro ayudaría a los países de la periferia europea a recuperar la competitividad pérdida, tanto en el mercado interno europeo, como de cara al exterior. Ello aumentaría el empleo, y equilibraría la balanza de pagos, haciendo pagable la deuda neta exterior. Todo ello, sin sufrir un doloroso y conflictivo proceso de devaluación interna de salarios y precios, que por otro lado sería imposible de implementar dada la cultura política y sindical de los países de la periferia. Sin devaluación del euro, el pago de la deuda neta exterior es simplemente imposible, ya que las exportaciones no crecerán al ritmo necesario. La devaluación del euro también ayudaría en gran medida a las recientes incorporaciones a la UE de Países de Europa del este, dado que tienen grandes cantidades de deuda denominada en euros. Este tipo de devaluación de la divisa, con la ayuda coyuntural de algunos eurobonos y rescates financieros temporales, resolvería el problema a corto y medio plazo. Sin embargo, necesitamos dotarnos de mecanismos para asegurar que estos desequilibrios no vuelven a producirse en el futuro.

El tratado de Maastricht fija unos límites de déficit público y de deuda pública para los estados miembros de la zona Euro. Hemos visto que esto no es suficiente, es necesario fijar límites también a la deuda neta exterior y al déficit comercial entre miembros de la unión. El crédito internacional es bueno cuando se utiliza para realizar inversiones que generen empleo, y mejoren la productividad de un país, pero puede ser tremendamente peligroso cuando se utiliza para financiar un nivel de consumo insostenible a largo plazo. Algunos países han ejecutado políticas públicas que impulsaban la creación de burbujas de deuda privada sin ningún tipo de límite, ni intención de generar valor añadido futuro que permitiera devolver dicha deuda, el BCE debe velar por que eso no vuelva a suceder. ¿Cómo velar porque la deuda privada en su conjunto no ponga en riesgo la estabilidad del sistema? Es sencillo: el presupuesto de la unión europea dedicado a solidaridad interestatal, en forma de transferencias directas, debe ser siempre superior a los intereses que genera la deuda exterior neta de los receptores de dicha solidaridad. Esta medida dependerá de los tipos de interés de cada momento, pero no es difícil establecer un límite teórico en función de las medias. Si El objetivo de inflación es de un 2%, los tipos medios de un 2%, el presupuesto actual para solidaridad es del 0,3% del PIB de la Unión (fondos de cohesión), y los receptores de ayuda suponen una cuarta parte de la economía de la UE, tenemos que el limite máximo de la deuda exterior neta debiera ser de un 60% del PIB aproximadamente (60%*25%*2%=0,3%). Ahora mismo, todos los países de la periferia europea han sobrepasado dicho nivel, aunque si se implementaran las medidas que proponemos, podrían recuperarse.

El problema de establecer una vigilancia tan estrecha al déficit comercial es que pone en entredicho el libre mercado dentro de la Unión Monetaria, ya que supone de facto establecer cuotas máximas de exportación/importación de bienes y servicios. Si queremos que este tipo de medidas no sean necesarias, y no queremos volver a reestructurar los tipos de cambio de las divisas originales de los países que forman parte del euro, tenemos que incrementar el umbral máximo de deuda neta exterior. Si el objetivo de inflación no cambia, la única manera de lograrlo es aumentar el presupuesto de la UE dedicado a solidaridad interestatal. Tenemos que crear estabilizadores automáticos capaces de sustituir la libre flotación de las divisas. En mi opinión, dado que los países exportadores acumulan el trabajo del mercado laboral común, una medida muy apropiada sería la creación de un subsidio de desempleo europeo, que los países miembros de la eurozona deberían financiar con un impuesto directo. De esa manera, los países con altas tasas de paro recibirían transferencias directas de los países ricos en trabajo. Por supuesto, dicho subsidio se otorgaría estableciendo una serie de salvaguardas, y mecanismos de protección, para asegurarse de que ningún país receptor se aprovecha de este tipo de subsidio común. La UE debería velar porque todos los receptores de dicha ayuda sean realmente desempleados que buscan trabajo, impidiendo que lo cobren las personas que trabajen en la economía sumergida. También se debería velar para que estas transferencias directas no hagan que un país que sea un receptor neto de ayudas de la UE, pase por delante de un país que sea contribuyente neto, en términos de PIB por Cápita. Es decir, las transferencias directas no pueden hacer que el país con menos recursos pase a tener más recursos que el que hace la aportación.

Toda región de libre comercio requiere estabilizadores automáticos para reequilibrar los inevitables ciclos que la economía sufre. Normalmente el estabilizador automático por excelencia es el libre cambio de divisas, si eliminamos esa variable, debemos dotarnos de otro tipo de estabilizadores. Dentro de España tenemos la caja única de la seguridad social, que cuenta con un 30% del presupuesto público. En la UE no es necesario llegar a tanto, pero si queremos resolver los desequilibrios a los que nos deberemos enfrentar a largo plazo, y llegar a ser una economía completamente integrada, necesitaremos estabilizadores automáticos interestatales potentes. Cualquier zona de libre comercio que comparta divisa necesita de un mecanismo de este estilo, sin él no funcionará y a largo plazo terminará en un colapso de deuda neta exterior de algunos de sus miembros.

Finalmente, este conjunto de medidas podrían poner en peligro el euro en el muy largo plazo. El hecho de que Alemania y Holanda aumentan sus niveles de vida y de consumo gracias a la reestructuración de los tipos de cambio, podría llevar al conjunto de la eurozona a un permanente déficit comercial en relación a otros países: China, Japón, India, Corea, países productores de petróleo, etc. Exactamente igual que pasa ahora a los Estados Unidos de América. Esto no sería un problema serio a medio plazo, porque podríamos financiar dicha deuda “imprimiendo billetes” al estar denominada en nuestra propia divisa. Sin embargo, esto nos llevaría de nuevo a la necesidad de aumentar el objetivo de inflación, y la industria alemana no sobreviviría. Por eso también es necesario que se mantenga una estrecha vigilancia sobre el déficit comercial que la UME (Unión Monetaria Europea) tenga respecto de terceros países, velando por la estabilidad de una balanza comercial saneada. Sobre este punto no hay una propuesta definitiva, pero en el momento actual, y teniendo en cuenta que Europa es importadora voraz de materias primas, pensamos que apoyar vehementemente las energías renovables, y la industria del reciclaje, es una política que reducirá la necesidad de importar materias primas, ayudándonos a mantener el equilibrio comercial en el futuro.

En conclusión, en este momento la UME carece de los mecanismos para ser una zona monetaria y de libre comercio estable. Obviamente, carecemos de la libre flotación de divisas, que suele ser el estabilizador automático utilizado entre diferentes países en todas las zonas de libre comercio. También carecemos de otro tipo de mecanismos estabilizadores (con la excepción de los fondos de cohesión) necesarios en cualquier zona monetaria. Primero necesitamos recobrar el equilibrio, y posteriormente tenemos que asegurarnos de que ese equilibrio es estable, implementando mecanismos que lo mantengan. Si no lo hacemos así, la UME se desmembrará, y el proceso de construcción europea fracasará, llevándose consigo todas las esperanzas que tanta gente y tantos países han puesto en la UE. Las implicaciones que dicho fracaso tendría para la democracia y la paz en Europa no deben ser subestimadas.

Si desean información más detallada de las propuestas, estamos a su disposición en nuevosocialismo30@gmail.com

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